sábado, 26 de abril de 2008


Mi vida es un caos lleno de organización.
Hay cosas que me encantan de mi, aunque a veces me producen dolor de cabeza y vaivenes emocionales.
Entre esas cosas perturbantemente encantadoras, esta mi super memoria, mi detallismo extremo, mis planificaciones exhaustivas y mi irremediable costumbre de contabilizarlo todo, desde mis pares de zapatos, hasta... hasta cosas inimaginables que no acabaría de mencionar.

Cada neurona de mi cerebro termina absolutamente agotada a causa de esas cosas.

Pero a pesar de ese agotamiento mental y emocional, disfruto tanto, tanto con ellas, que ya no se si sea una una relación sado-masoquista entre mis locuras y yo.

Me encanta recordar. Me fascina, me deleita. Me gusta tomar un día en particular y recordarlo con lujo de detalles (tambien los detalles me importan) presiono a mi memoria al maximo, para recordar lo mas posible, la ropa que tenia puesta, las palabras mas importantes, o cualquier otra irrelevancia, no importa, pero tengo que estructurar los recuerdos de ese dia las veces que sea necesario, para que quede perfectamente armado de nuevo, y asi, poder vivirlo una vez mas, aunque solo sea en mi memoria.
Al ir ordenando recuerdos, empiezo a destapar el aroma del tiempo, y creo que es por eso que me empeño en reconstruir todo lo mejor posible, para volver a sentir el aroma de cada momento.

Si fue un día triste, lloro a mares (yo sola en la oscuridad de la noche, acostada en mi cama) si es un día feliz pues me lleno de alegría nuevamente.
Si fue un momento tierno o romántico o algo así, se me llena de mariposas el estómago, y así, depende del olor del tiempo, mis emociones varían.
Justo como en la peli "la bella durmiente" de Disney, cuando las dos hadas madrinas peleaban por el color del vestido y este cambiaba del rosa al azul según el hada que le atinara con su varita mágica.

Organizar cosas, es otra cosa que me facina.
A veces todo me sale de diferente forma a mi plan, pero la base esta perfectamente organizada y eso me hace sentir muy bien.
Como si los acontecimientos de la vida fueran como hacer un pastel.
Primero pienso cuidadosamente que es lo que quiero. Luego fabrico en mi mente el resultado final, despues busco la receta que mas se adapte a la idea que tengo en mente. y por ultimo, planeo el decorado, y digamos que planeo decorarlo asi como este:


Pero al final, ya que tengo listo el pastel, resulta que se me derramó el color fusia y ya solo me queda celeste, las flores de pastillaje salieron aguadas y no encontré las chibolitas blancas por ningun lado.
Asi que, no queda mas remedio que hacer algunos cambios y el resultado es un poco diferente a lo que yo esperaba:

(aclaro, no se hacer pasteles ni pastillaje ni nada, pero mi prima es chef y a veces la he visto hacer y la he escuchado hablar, por eso me sabía la palabreja esa, ji ji)


Ah pero eso si, la masa del pastel es exactamente como yo la tenía en mente, aunque el decorado se me haya salido del plan.

Y así es, casi siempre, los detalles finales se me salen de control, pero la base de mi planificación siempre me sale según mi perfecta organización de detalles.
Aunque nadie se imagina los montones de hojas de papel hechas bola que he lanzado a la basura, cuando un detalle no me encajaba con otro y tenía que repetir el plan desde el principio.

En fin, supongo que eso me hace feliz, así que por mi parte, seguiré recordando, detallando y planificando desde la más mínima insignificancia de mi vida hasta los más anhelados y especiales acontecimientos



1 Comment:

  1. Claudia said...
    Puedes terminar agotada, pero ¡feliz! Esa es tu forma de ser y por nada debes cambiarla, así que sigue en tu orden desordenado :P
    Linda imagen del blog.
    Un besote.

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