sábado, 23 de febrero de 2008

(Solo por si no la habian leido, pues quedó muy escondida la primera vez)


Acabo de ver para arriba y al ver la repisa de madera que esta cerca del techo me acordé de el hombre que la hizo.
Mi abuelo materno, mi abuelito Armando.

Ya saben que me encanta platicarles de personas a las que quiero, pero no recuerdo haberlo mencionado a él antes.

Mi abuelito, era hijo de un Peruano y una Mexicana, que solo Dios sabrá como fue que se encontraron en este pequeño eslabón de la cadenita que une el norte y el sur de america.
(Ni Internet tenían)

Era, segun mis propios recuerdos, un hombre rudo, algunas veces muy enojado y al que no se podía contradecir, pero tambien era muy bueno, sociable y útil.

Huy sí, sabía hacer muchas cosas. Carpintería, plomería, albañilería, y todo eso.

Mi pa era absolutamente brillante y tambien sabía hacer muchas cosas, era algo asi como MacGyver... ahhhh!! era genial!, pero mi abuelito era de otro tipo de "Hombre Util"

A veces daba cosa hablarle.
Dejar algo olvidado en su cuarto era terrible, por que en un minuto las cosas desaparecían (ya que era medio adicto al orden y la limpieza igual que mi abuelita) y uno no se atrevía a preguntarle donde las había dejado, pues primero se nojaba y daba el eterno regaño.

Pero a mi me importaba una tortilla.
Mi abuelita Yoli y yo eramos las unicas personas a las que él les toleraba cualquier cosa.

A mi no me regañaba, y cuando empezaba a hacerlo le decia yo:
-Ya va a empezar, el viejo gruñon
Y de inmediato cambiaba el regaño en una carcajada y me decia
- a vos te lo disculpo todo mija

A mi me gustaba mandarle tarjetas. Creo que asi fue como me gané su corazón.
Si se enfermaba, le enviaba una tarjeta (aunque vivia a la par de mi casa)
cumpleaños, mas tarjetas, casi siempre de broma a causa de su edad y asi, le enviaba tarjetas por todo.

Hace poco las encontré. Las tenía guardadas en un sobre muy grande. Todas mis tarjetas.
Recuerdo que algunas las pegaba en la pared a la par de su cama y a todo el que llegaba se las enseñaba muy feliz.

Una de las primeras que le mandé decia: Aunque seas gruñon y mal encarado... siempre te he admirado.

Cuando me casé el sufrió mucho por que me fui a la costa a vivir, luego me vine de nuevo aca y el siempre trataba de ayudarme en todo lo que podia.
Se preocupaba mucho por mi, pues mi ex solo venia los fines de semana, asi que me quedaba yo sola con las nenas bebes.

Siempre llegaba a mi casa por la mañana a ver que podia arreglar. Huuu, había tanto! ya que mi ex no era muy aficionado a reparar nada.

Yo siempre los visitaba, y le llevaba su helado de ron con pasas. Ah como le gustaba ese helado!
Siempre que yo platicaba con ellos, me ponía a platicar sin descanso. A mi me encantaba hablar y a él le encantaba escucharme, al igual que a mi abuelita. Solo que él estaba medio sordo y yo hablo demasiado rápido, segun dicen algunos.
Asi que mi abuelito no me oía bien ni me entendía tampoco.

Cuando estaba a punto de irme me decía: "Hay mija, saber que tanto dijiste, yo solo oía como una ametralladora, tatatatatatatata, todas las palabras que decías tan rápido.
Cuando te reías, yo me reía de verte y cuando te ponías seria pues también yo, pero no me enteré de nada"

Eso siempre me provocaba otro ataque de risa, y luego de agarrarle las orejas o sus largas cejas, me despedía de él.

Poco después de sus bodas de oro se enfermó.
Ya no hablaba, ya no podía ir al baño, ni moverse, ni comer por si solo. Fue muy triste verlo así, pues él amaba estar haciendo siempre algo útil.

La falta que me hizo cuando me pase al "club de chicas".
Estoy segura de que su sabiduría y experiencia me hubieran sacado de muchos apuros.
Pero muchas de las cosas que hice, fue por que las aprendí de él.

Fue un buen abuelo, y aun afirmo lo que un día le dije:
"Abuelito, aunque seas gruñon y mal encarado... siempre te he admirado. Y te quiero" muchisimo"

jueves, 21 de febrero de 2008


Los reencuentros, despues de muuuchos años, son alegres y extraños.
De pronto se siente una sensación de estar al lado de una persona muy familiar y al mismo tiempo medio desconocida.

Cuando tenía 10 años me enamoré por primera vez.
Claro que las magnificas estrategias de conquista consistían en tirarse uno al otro bolas de papel o migas de galleta en la cabeza, acompañadas de caras feas, sacadas de lengua y algunas maldades leves.

La primera vez con "el corazón roto" fue con el mismo niño, a los 11 años, cuando se fue de Guate, muy lejos, por tiempo indefinido.

A pesar de todo siempre fuimos amigos.

Nos vimos 14 años despues. Cuando teniamos como 24 años.

Ya había pasado tanto tiempo de eso, y esta mañana, volvimos a vernos.
Solo fue un ratito, no viene muchos días a guate y tiene mil cosas que hacer.
Iría a Panajachel con su hija y su esposa esa tarde y aun tenía que hacer varias cosas antes.

Le dije que llevabamos 20 años de conocernos y no teniamos una sola foto juntos, asi que llamé a mi hija Dulce y le dije que nos tomara una.

En realidad, parece Peter Pan, como si nunca hubiera pasado el tiempo, el niño que no crece.
Bueno, aparte de lo alto que se puso, pero la misma cara de niño travieso que guardé en mi memoria tanto tiempo.

Escribó esto simplemente por que me gusta escribir aca algunas de las cosas que me pasan, tristes, alegres, emocionantes...

Como las veces que ha venido mi querido pirata o como cuando volví a ver a mi amigo Lossi.
Debía sumar esta visita a la lista de momentos especiales.

Las personas especiales siguen siendolo para siempre, aunque los sentimientos se transformen, aunque los caminos se alejen, siempre conservan un lugarcito importante en el corazón.

lunes, 11 de febrero de 2008



La paciencia no es una de mis virtudes, pero se empeña en serlo.
Esperar, esperar y esperar, es el pan de cada día.
Y ahora resulta que hasta los caramelos me hacen esperar.

Un día, Dulce, mi hija chiquita me pidio una moneda para sacar un caramelo de las maquinitas esas, y sacó uno redondo y grande, que parecía chicle, pero era tan duro como una piedra, asi que se lo quité, pues me pareció muy peligroso.

Me lo metí a la boca y allí andaba yo con el cachete enorme, pues el tal dulce, a causa de su tamaño, era bastante incomodo para chupar.

Se suponía que en el centro tenía un sabor "explosivo" que me haría ver estrellitas, pero yo chupaba y babeaba y chupaba de nuevo, y el condenado dulce seguia igual de grande.

Estaba yo desesperada. Mi impaciencia habitual me exigia que le diera una mordida y que descubriera pronto que era lo que tenía en el centro.
Pero corria el riesgo de quebrarme todos los dientes, por que creo que si hubiera mordido una bola de acero se hubiera triturado mas fácil que aquello.

Asi que me tuve que resignar a chupar y seguir chupando, ya que mi curiosidad es mas fuerte que cualquier cosa, y con tal de resolver el misterio del dulce, me tuve que aguantar.

Bueno, como para consolarme un poco, el caramelo premiaba mi esfuerzo con capas de colores que cambiaban despues de algunos chupones.

Primero era blanco, al rato estaba azul, luego rojo, verde, amarillo, anaranjado, etc.

Cuando por fin llegué al centro, al tan anhelado centro donde descubriria el sabor misterioso, ya mi lengua estaba tan insensible por lo agri-dulce-picante de aquellas coloridas capas de caramelo, que ya ni me hizo explosión en la boca, ni le encontré nada de novedoso.

Ashhh. No se a quien se le ocurrió la brillante idea de inventar un dulce peligrosamente grande y resbaloso, mas duro que un pedazo de concreto, y que al final su adormecedor efecto sobre la lengua lo hace perder a uno toda sensibilidad en el sentido del gusto!

No hay como un tutsi pop, aunque... nunca descubri cuantas chupadas necesitaba para llegar al centro, por que siempre lo mordí antes de llegar. (aunque creo que tuve un poco mas de paciencia que el buho.)

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